La rutina, las prisas, el cansancio… esos pequeños males que nos obligan a no prestar atención, a no fijarnos en esos detalles únicos.
A simple vista pueden parecer poco estéticos, podemos haberlos visto millones de veces y aún así no los hemos mirado realmente. Hasta que un día te paras en ellos, y entonces es como si despertases de un sueño, porque ves cosas en las que realmente no te habías fijado nunca. Casi como la vida misma, debemos apreciar esos pequeños detalles, vivirlos con fuerza, con calma… de otra forma tan solo nos quedaría un recuerdo fugaz, estelas en la mar.
Guadix tiene un encanto mágico, y este no solo lo encontramos en los habituales monumentos. Hay más allá de donde nuestra mirada pueda alcanzar. Perderse en las calles de la ciudad, el casco histórico, el barrio de las cuevas… observar cada detalle, cada rastro que otros antepasados han dejado, imaginar sus historias, sus vidas… y entonces descubrir la belleza en lo que aparentemente no lo es. Hacer visibles a esos invisibles olvidados.